Soy Marite Sainz, nacida en Vitoria-Gasteiz, España, y emigrada a Rotterdam en 2001. Vine a Holanda a estudiar violín, me especialice en violín y viola barrocos y canto de ensamble medieval y renacentista. Actualmente me dedico a dar clases de violín y viola y actúo con diferentes agrupaciones en Holanda.
Siempre he sentido que, al margen de haber perfeccionado más o menos la técnica de un instrumento, sea cual sea, la capacidad de transmitir el mensaje del compositor al que se interpreta no siempre es igual de intérprete a intérprete. Por medio de matices muy sutiles como el uso del vibrato en los instrumentos melódicos, por ejemplo, la manera de enfatizar ciertas notas en una frase o la habilidad de conectarlas más o menos con la ayuda del legato, se puede llegar más o menos cerca del propósito del compositor, y consecuentemente, del corazón del oyente. Los intérpretes somos ‘canales’ entre estos dos y es importante que nuestra versión de la pieza que interpretamos sea lo más fiel posible a cómo el compositor la concibió.
Tras muchos años de práctica y esfuerzo para conseguir estar en un escenario y poder ser escuchada lo más directamente posible, llegué a la conclusión de que el trabajo detrás de esa meta era demasiado arduo para mi; que era demasiado difícil conseguir llegar a ser escuchada como solista. Había demasiada gente que había comenzado desde más joven, que había tenido mejores oportunidades, que tenía más fortaleza física para aguantar la cantidad de horas de estudio necesarias, y sobre todo, más fuerza de voluntad. Vi claramente que ése no era mi camino. A lo largo de mi carrera he aprendido que la opción de ser escuchada como parte de un grupo también es ser ‘canal’, aunque quizá no de forma tan directa, y he aceptado con gusto creciente esta modalidad de interpretación.
Siguiendo el ejemplo de mis hermanas, Estefanía Sainz y María Eugenia Sainz, que, habiendo también comenzado en el mundo de la música, habían dirigido sus vidas profesionales hacia la sanación en diversas formas, durante muchos años sentí que en algún momento yo también quería hacer lo mismo. Finalmente, inspirada por las necesidades de mis hijos, llegué a encontrarme con el concepto de ‘Escucha al Niño’. Paralelamente tuve algunas experiencias de conexión a nivel energético con alumnos de violín, niños, que me transmitían mensajes diversos antes de sus clases; mensajes a menudo orientados a enseñarme cómo relajarme más durante las clases, cómo atenderlos mejor, y en definitiva, cómo hacer mejor mi trabajo.
Gracias a la combinación de estas experiencias llegué a la conclusión de que por fin estaba preparada para comenzar mi camino como sanadora, y a la decisión de dar mis primeros pasos en esa dirección con ‘Escucha al Niño’.